El sexenio 2012-2018 será recordado como el primero en haber confundido a las redes sociales como una herramienta propagandística, una estrategia que no debe ser repetida.
El aplastante triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador no fue sorpresivo para aquellos que analizamos su popularidad desde finales del 2017. Sin embargo, la constatación de este fenómeno socio-digital plantea nuevas interrogantes para los mexicanos.
El candidato de izquierda cerró su campaña en el Estadio Azteca y provocó una cascada de mensajes a su favor. Pero, ¿quién está propagándolos y cuál es la naturaleza de estas cuentas?
Este largo ejercicio terminará con pocos sobresaltos si el domingo 1 de julio López Obrador gana la elección presidencial, tal como lo he reportado en este espacio desde noviembre. La elección de ese día será una prueba de fuego para todos aquellos que desean involucrarse en el mundo de la demoscopía y la planeación estratégica de Comunicación a partir de acciones preventivas.
Pocas sorpresas y muchos ataques. Más allá de una acusación de corrupción contra López Obrador (Rioboó) y otra relativa a un posible conflicto de interés de un integrante de su gabinete (Jiménez Espriú), el último debate presidencial dejó mucho qué desear.
Hasta el momento solo dos candidatos presidenciales han entendido que un relato tiene mayor peso específico en la mente del elector que las propuestas de campaña. A estas alturas de la elección, el que más puede aprovecharlo es el panista Ricardo Anaya.